jueves, 26 de septiembre de 2013

DOS PALABRAS QUE HACEN LA DIFERENCIA

Hay una parte de la Regla de Oro que casi siempre pasamos por alto. Es la expresión “por eso”. Estas palabras son las que hacen la diferencia. ¿Por qué?
Porque esta expresión nos conecta con la fuente de poder que ilumina la Regla y la hace funcionar. Aquí está la Regla junto con el versículo anterior: "Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden? Por eso, todo cuanto queráis que os Hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos" (5. Mateo 7:11, 12). ¿Por qué debemos tratar bien a las demás personas? Este pasaje nos aclara la razón: es porque Dios nos trata bien a nosotros. ¿Por qué nuestra conducta hacia otros no debe depender de la forma como ellos se han portado con nosotros? Porque Dios nos ha tratado mucho mejor que lo que merecemos, derramando su amor en nuestros corazones (Romanos 5:5). "Así como Cristo os perdonó -dice el apóstol-, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13). Los cristianos a veces empleamos el término "justificación por fe". De esto precisamente estamos hablando aquí. Este término, que a lo mejor suena como algo complicado, en realidad es muy sencillo. Significa que Dios, a través de Jesucristo, nos ha abierto la puerta al perdón, de modo que podemos ser perdonados sin merecerlo. Por este maravilloso regalo todos los demás dones de Dios son derramados en nuestra vida. Cuando por fin llegamos a comprender y a aceptar esta verdad, se apoderan de nosotros sentimientos inexpresables de gozo y "la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento" (Filipenses 4:7).